En nuestras violencias nos miramos
DOI:
https://doi.org/10.22201/fesa.vocesysaberes.2022.4.27Resumen
¿Qué sucedía dentro de esas cuatro paredes que, casi siempre, solo nos veían despertar y salir, llegar y dormir por un largo tramo de nuestras vidas? El encierro, casi obligado por la pandemia, nos llevó a mirar geografías inexistentes y descubrir otras tantas, desconocidas. ¿Qué memorias, huellas vivas, herencias y hasta acciones cotidianas habitaban en el tiempo del corazón cuando el reloj exterior en apariencia se detuvo y hasta el hartazgo de mirar pantallas, nos miramos? Cuando los duelos se volvieron constantes y reales, desde renunciar a un posible sueño personal hasta perder familiares, amigos y conocidos, todos sin rito y acaso un lugar al que acudir cuando esto acabe si es que sucede. Volvimos a mirarnos sin prisa el mismo rostro, la misma figura. La caja de Pandora ahí estaba, quizá el ritmo de vida nos hizo creer que estábamos fuera y lejos, en un lugar a salvo, pero de repente nos miramos dentro, con nuestras violencias desde diversos planos, ejercidos o vividos, imaginados o recreados. Mirar, ver, se volvió observar, recordar, recuperar, revivir. Recrear. Y crear, como un acto de supervivencia propio.
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